Buscando el centro del laberinto.

Nos enseñan desde pequeños que hay que salir del laberinto. Qué distinto sería si desde chiquitos aprendiéramos a buscar el centro del mismo en vez de salir corriendo, buscando la salida más rápida. Y una vez encontrado, deberíamos sentarnos allí a contemplar, a contemplarnos.

No se porqué pero siempre imagino que en el centro del laberinto hay una higuera gigante, y talladas en las raíces que asoman por fuera de la tierra, cómodos asientos de madera donde poder sentarte a deleitar primero las brevas, luego los higos.

El trabajo es ese para mi. El de la contemplación absoluta. El del silencio certero donde puedes escucharlo todo. El de parar y no hacer nada. ¡Cuantísimo me esfuerzo en ello si os soy sincera! Me esfuerzo en estarme quieta. Porque todo en este mundo te empuja a hacer y hacer y hacer. Y olvidamos como ser, sencillamente.

Hay que subir a la superficie a tomar aire, claro está. Hay que estar en el mundo porque solo viviéndolo intensamente aprendemos y cambiamos. Y solo cambiando podemos llegar en paz a la muerte. Porque hay que caerse, levantarse, enamorarse, relacionarse, volver a caer y por supuesto volver a levantarte.

Pero realizada la experiencia, después de lanzarte al vacío de las circunstancias y exprimir la vivencia, no queda otra que ir hasta el fondo de nuevo. Volver a profundizar en ti.

Volver a buscar el silencio, recolocar las cosas, deshacerte de lo viejo, y entonces…

Volver a Crear algo nuevo para ti. Crear una realidad distinta un poquito mejor que la anterior. Donde haya menos dolor. Donde encuentres un poquito más de paz. Donde puedas simplemente, ser tu.

#soylenabu

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