MI HIJO NO ES DE MI PROPIEDAD

«Solamente dos legados duraderos debemos aspirar a dejar a nuestros hijos. Uno raíces, el otro alas.»
Hodding Carter

Un día uno comprende, con suerte más temprano que tarde, que Amar no es poseer.
La vida es un continuo cambio, una constante evolución. Una sucesión de pequeñas muertes, que nos llevan a renacer a otras etapas, en otras condiciones, como parte del aprendizaje del camino.

Apegarse es condicionar tu felicidad a los afectos. Es pensar que sin esa persona no podrías vivir. Es querer retener, poseer y limitar al amado, para que nunca se vaya. Es hacer responsable al otro de tu felicidad.

El desapego consiste en comprender, que estamos en un constante cambio y que soltando de la mano lo que amamos, y dejando que sea libre, no perdemos, sino que ganamos en Amor del de verdad. Del sincero y eterno. Del Amor valiente y respetuoso. Sin intereses ni dependencias, que nos lleva a una relación sana y equilibrada. Un amor sin dolor ni sufrimiento.

Es una experiencia intensa y dolorosa, pasar de ser uno a ser dos, tanto para la madre como para el hijo, y es importante vivirlo y aprender de ello de manera consciente. Cuando un bebé se ha gestado durante 9 meses en el seno de  una mujer, todo lo que sabe del mundo cuando nace, lo sabe a través de su madre. Por eso durante los dos primeros años de vida una madre y un bebé es como si fueran uno. No hay conciencia para el bebé de su propia individualidad. Y de esta manera la madre naturaleza trabaja para que ese bebe salga adelante dándole a la mama un montón de recursos que la ligan al bebé de una y mil formas para poder satisfacer todas y cada una de sus necesidades.

Trabajar el vínculo madre e hijo durante la crianza, es todo un reto. A través de la lactancia materna la comunicación es más íntima y estrecha. Una crianza con apego, donde el bebé se sienta siempre acompañado, donde se atienda el llanto como una necesidad a satisfacer cuanto antes, y donde la protección y la seguridad del bebé sean lo más importante, está demostrado que es la manera en la que nos niños crecen más seguros de sí mismos y sanos. Una vez superada esta primera fase de la crianza,  cuando llega el momento del destete, es todo un reto pasar de ser uno a ser dos de manera equilibrada. 

En mi opinión, los niños valientes   y seguros de sí mismos, son hijos de madres que nunca tuvieron miedo a dejarlos ser.

La maternidad es crear un vínculo afectivo con tu hijo a todos los niveles, desde que se engendra pasando por el nacimiento y la etapa de lactancia. Tu hijo ha de sentir tu amor incondicional. Ha de saber que mamá siempre estará ahí para el. Pero también ha de comprender poco a poco, que ya no son uno, sino que son dos. Llegado el momento, es necesario trascender y desvincularse de manera amorosa. 
Ese es el mejor aprendizaje para las futuras relaciones de un niño. Cuando llega el momento de empezar a valerse por si mismo, y desligarse de la unidad que forma con mamá, y que ha sido necesaria mientras era un bebé desvalido. Supone un cambio para ambos que es preciso afrontar. 

Porque por supuesto es también un aprendizaje para la madre. En ambos casos, considero que vivir el proceso del desapego, es bueno para una futura relación emocional satisfactoria entre madres e hijos. 

Mi hijo no está aquí para hacerme feliz, para cumplir mis expectativas, para cuidar de mi cuando sea viejecita, ni para hacerme compañía, ni para llenar mis vacíos existenciales… 

Mi hijo no es de mi propiedad. Es mi deber después de darle unas buenas raíces, darle unas buenas alas, y enseñarle a usarlas.

Los niños que crecen siendo hombres y mujeres libres, que aman y sienten, con autenticidad y sinceridad, siendo ellos mismos, serán seguramente hijos de madres, que entendieron un día, que sus hijos no les pertenecían, que eran hijos de la vida.

Hay que ayudarles mientras lo necesiten, para criarlos y educarlos, hacerles seguros de si mismos, darles confianza para que que luego puedan ser ellos mismos.

No puedes tenerlos eternamente bajo el ala. Han de volar solos. Bien lo saben las aves que habitan nuestros árboles y tejados.
Una madre no puede tejer una tela de araña, que envuelva a sus crías por miedo a que la abandonen. Ni en nombre de la seguridad, ni de la protección, ni del amor.

Porque te amo y te amo bien, te quiero libre. Tuya es tu felicidad. Tuya tu vida. Amar es entender que tu eres tu y yo soy yo, y en el camino nos encontramos y compartimos.

Esto vale  para amigos, amantes, familiares, animales de compañía, cosas… Y es básico en la relación materno-filial.

El destete es un proceso doloroso. Emocional, física y espiritualmente hablando. Lo afirmo porque así ha sido para mi y esta es mi experiencia, mi verdad, y lo que hago con ello.

En mi opinión, después de hacer una crianza con apego, como yo he intentado hacer con Hermes, porque me parecía lo más sensato y natural, el siguiente paso es hacer un destete generoso y equilibrado, para que tu hijo entienda en el proceso, que el dolor es superable y no está solo, que tú lo acompañas, y así se relacione en un futuro, de una manera sana con los demás, y no establezca relaciones tóxicas ni dependientes.

Pasar de ser uno a ser dos, es algo bello, necesario, pero también doloroso.
Mi hijo a los 18 meses decidió no mamar más, por libre elección. Empezó a ser consciente de que es un ser independiente de mi.
Ya no seremos nunca más uno como hasta ahora. Se desligó de mi poco a poco y ese proceso fue fundamental para los dos.
Era mi responsabilidad hacerlo respetuosamente pensando en lo mejor para él. Así descubrí en el proceso, lo que era también mejor para mi.

Tal y como yo lo he vivido, si has dado pecho a demanda, y aprendes a satisfacer las necesidades de tu bebé, llega un momento con la alimentación complementaria, que el pecho pasa a un segundo plano, y se convierte en una golosina, en un juguete, y sobretodo, en algo que nos relaja y nos conecta con mamá.

A medida que la alimentación se vuelve más completa y el bebé deja de tomar papillas, (porque al tener la dentición, el instinto le pide tomar otro tipo de alimentos, y experimentar otros sabores y texturas), Hermes ya no pedía mamar, y si le ofrecía el pecho de día, no lo quería. Pasó a mamar solamente de noche, a modo de hidratación y consuelo,  mientras se iba equilibrando su sueño, y aprendía a dormir y a regularse.

Hasta aquí el proceso es lento y lógico. Pasó de mamar tres veces o cuatro en una noche, a hacerlo solo una. Mientras, iba comiendo y bebiendo de todo durante el día y en ese tiempo a la vez, aprendió a andar y a comunicarse perfectamente, aunque todavía no había encontrado las palabras.

Una noche sin previo aviso, al despertarse con sus típicos ruiditos de: «mami ven, estoy incómodo y no se porqué, y por eso lloriqueo» como todas las noches, al ofrecerle el pecho medio dormida, negó firmemente con la cabeza y me pidió agua. Ante mi sorpresa, bebió de su vaso color naranja , se dio media vuelta, y siguió durmiendo tan tranquilo, dejándome desconcertada.

Mi hijo no había mamado aquella noche. Y una parte de mi sintió una punzada de pena y de abandono. Me volví a la cama muy confusa, y ya no pude dormir. Algo estaba cambiando.

En ese momento, yo ya sentía que tenía todo controlado. El sueño lo tenía regulado, ya andaba y corría perfectamente, comía de todo, y mi niño estaba sano y feliz.
Yo había superado el trauma de la cesárea, que no es fácil, y empezaba a sentirme yo misma de nuevo.

Así que de pronto, entré en esta fase de Destete, ¡que tiene lo suyo señores!
Le seguí ofreciendo al bebé y dejando a su elección, si quería o no mamar. 

Mientras, la leche se me iba y venía de nuevo. Me subía la fiebre, me dolía mucho el pecho, y las hormonas me estaban volviendo un poco loca. Y digo un poco loca, porque creo que como seres superiores podemos controlar nuestros estados emocionales y si, las hormonas influyen y mucho, pero yo estoy al mando.
Se me saltaban las lágrimas por todo y sentía un pellizco al mirar a mi niño. Que estaba creciendo, que ya no era un bebé, sino que era una personita independiente.

Mi hijo ya podría  salir adelante sin mi y yo ya habría dejado una impronta en él muy importante. Pero ya no era imprescindible para él, aunque si necesaria, este matiz es importante.


Cambiamos de etapa, y el bebé desvalido y tierno, se convirtió en un niño, que tenía que empezar a hacer cosas por si mismo, y comenzar su viaje en este mundo.
Su cuerpo, su mente y su psique se estaban desarrollando, así como los rasgos de su personalidad.

Le he dado confianza y amorosos cuidados, buscando hacerle un ser seguro de si mismo, con confianza, sin carencias ni ningún tipo de estrés.
De los 4 meses que dejamos el colecho hasta el año y medio, mi niño había llorado muy poquito y muy suave.
Me hice experta en adelantarme a lo que podía necesitar. De esa manera sus niveles de Cortisol, la hormona que genera el estrés, fueron mínimos, y los dos aprendimos a gestionarla.

Según todos los estudios recientes sobre el desarrollo del cerebro de los bebés, cito sobretodo a la doctora Sue Gerhardt y su libro «Porqué el amor importa», está demostrado que los bebés y los niños amados, comprendidos, y atendidos con dedicación, tienen menos problemas de adaptación, sus relaciones son más placenteras y felices, y se desarrollan con más plenitud ,sin problemas psicológicos ni emocionales.

De la misma manera que he intentado no caer en ñoñerías absurdas, ni en el hecho de que tuviera muchas cosas materiales, si que me esforcé mucho en esto.

El juego consistía, en que al llegar la noche, tanto Hermes como yo, hubiéramos tenido el mejor día posible, integrando todo lo que la vida nos iba poniendo por delante.

Otro pilar importante ha sido la alimentación, y el hecho de fortalecer su sistema inmunológico, sin excesos de higiene ni esterilizaciones excesivas. Pienso que hay tantas alergias hoy en día porque nos hemos pasado en esto de mantener todo el entorno del niño tan ESTERILIZADO! Mi hijo tiene un perro, un gato, chupa piedras de la playa y está en contacto con el mundo. Es necesario!!!


Hermes no ha tomado leches de fórmula, ni nada de comida envasada para bebés. Lo he alimentado con cereales de harinas y leches vegetales ecológicas, frutas y verduras cocinadas en casa, pescado y pollo de corral, alimentos probióticos y dosis de sentido común. Vale, tardo un poquito más preparándolo, pero a cambio, no hemos ido en todo este tiempo se ha enfermado muy poco y esta fuerte como un roble, está sano como una manzana.

Mi hijo no es maquinaria cuadriculada, a veces tiene más hambre, otras menos, a veces le apetece una cosa, otras veces otra. Duerme más, duerme menos…
He ido creando rutinas de forma flexible y adaptándonos ambos, a lo que íbamos necesitando. La hora de comer, ha de ser un momento agradable, relajado y divertido. Necesitan explorar la comida, jugar con ella, ir haciéndose con las texturas y los sabores y sobretodo, comer sano y natural. Después habrá que limpiar. Pero ve entendiendo que solo hay dos tipos de niños, los limpios, y los felices. Lo haremos de nuevo…por amor.

Mi hijo ha usado ropa de segunda mano, y ha tenido en general pocas cosas materiales, porque las he considerado innecesarias. No digo que sea mejor ni peor.
Es la forma en que yo he concebido mi maternidad. Mi hijo me necesitaba a mi.

Decidí que podía integrar gracias a mi pareja, otro tipo de actividad creativa y laboral, y decidí que no llevaría a Hermes a ninguna guardería y que yo misma cuidaría de el.

Eso ha hecho que mi hijo y yo tengamos un vínculo sólido y firme, y cuando llegó el destete, requería de un esfuerzo por mi parte para dejarle ir en paz.

Comenzó esa etapa, que la gente de manera equivocada llama «mamitis». No es mamitis. Es que hasta ese momento, el bebé no tiene conciencia de que es una persona, si no es a través de su mamá. Y cuando llega ese momento de conciencia de la individualidad, necesitan reafirmarse en el vínculo con la madre, para sentirse seguros.

Es un momento muy importante y hay que hacerlo bien.
Que no se sientan nunca rechazados, pero que se les de la libertad necesaria para explorar.
Que te encuentren siempre que te busquen, pero que no les sobreprotejas y les condiciones.

A la vez, tu necesitas reencontrarte a ti misma de nuevo en esta nueva etapa, recolocando tus cositas en su sitio.

Nunca sabemos exactamente cuánta bondad, cuánto amor somos capaces de dar. Pero es siempre muchísimo más del que presuponemos.

Así he comprendido, que no se trata de sacrificio. No es esfuerzo, no es trabajo, es lo que le da sentido a la vida, a la maternidad. Es Amor a la vida.

Desapegarnos  no quiere decir que deje importarnos. Al reves!

Significa dejar al otro ser quien es, y que haga en este mundo lo que ha venido a hacer, sin condicionarle en absoluto.

Unidos para siempre por lazos invisibles, aunque los cuerpos se separen, ya están entrelazadas nuestras vidas para siempre, y es mi misión transmitirle lo que he aprendido, para que sea él mismo. Y establecer así una relación saludable para ambos. Hermes escribirá su propio destino. No está aquí ni para hacerme feliz, ni para cuidarme, ni para satisfacerme. Ese es mi propio trabajo, y en ello estoy.

Un proceso. Otro más. Todo en una misma dirección. Mis instintos, mis emociones, mis pensamientos, y lo que hago con ellos, para seguir creciendo, seguir evolucionando, creyendo, creando y compartiendo. este es el mejor legado que puedo dejar a mi hijo.

EL mundo gira a nuestro alrededor.
Somos el ombligo del mundo, con todo lo que eso conlleva. Seamos responsables, estamos aquí para ser felices, para cumplir nuestro destino.
La mejor mamá del mundo, para tu hijo, eres tú. No te quepa duda. Vivamos con esa tranquilidad esta bella aventura de la maternidad. Somos la esperanza del mundo.

Porqué he escrito un libro de Maternidad?

«La mejor mamá del mundo eres tú»Maternidad Poética Ilustrada.

Este es el libro de mi historia de amor. Con mis fotografías, mis poemas y mis reflexiones. Es un cuento por amor al arte.
Cuando me quedé embarazada y comencé a buscar información, me quedé muy sorprendida. La mayoría de los libros eran muy técnicos, casi todos escritos por hombres, y con una visión muy parcial de todo lo relacionado con la maternidad.

Descubrí en los foros de maternidad las disputas entre las madres que practicaban un estilo de crianza u otro. Una disputa que es bastante fiera por cierto y que incluye juicios de valor.

Me pareció que todo el enfoque se hacía de manera exclusivamente mental y emocional, y que se obviaba la parte instintiva y espiritual del hecho de traer niños al mundo.

Pienso que hay mucha diferencia en cómo nuestras abuelas o incluso las madres de mi generación hacían las cosas, y como somos nosotras. Mujeres que hemos tenido muchos más derechos por suerte y que hemos tenido la posibilidad de elegir, y que ahora estamos bastante confundidas.

Creo que con respecto al tema de la maternidad hay actualmente mucha controversia. Y no hablo de esa minoría que está informada, que busca opciones, y que encuentra respuestas y obra coherentemente, hablo de una sociedad cada vez más superficial y egoísta, donde lo queremos todo y lo queremos ya, donde al final todo es o renuncia y sacrificio o culpabilidad, y donde además los parámetros que usamos son exclusivamente materialistas en muchos aspectos.

Cada vez veo más niños malcriados con muchas cosas materiales, madres estresadas, padres que no se involucran o que si quieren hacerlo no saben cómo. Competición, alimentación poco natural, reglas confusas para la educación, niños con iPad, muchas prisas y poco sentido común. Madres que quieren escuchar a todos y que al final tiran como pueden para adelante, sin disfrutar plenamente de esta etapa tan bella y especial.

Por eso busqué mi propio camino. Una Maternidad Poética, que me haga ser consciente practicando la lógica, el instinto y el respeto para mi hijo y para mí. Armonizando cada una de mis partes, para no renunciar a nada y a la vez ser eficiente, amorosa y no sentir culpa cuando necesito ocuparme de mí misma.

Para que la maternidad no sea renuncia, ni lucha, ni sacrificio ha de ser Amor sin apego, sin condicionantes, Libre y Sincero, Creativo y auténtico, Natural y sin artificios.

Para que no te cambie la vida, sino que sea vivir la vida más intensamente. Para darle a nuestros hijos la posibilidad de crecer auténticos y equilibrados, sin volvernos locas en el intento.

Pero entiendo que la única manera de concienciar o de compartir algo que uno ha descubierto y que para uno es bueno, es transmitiéndolo en libertad y con amor. Sin condenar ni juzgar ni sentenciando a nadie. Entendiendo siempre que cada uno ha de encontrar su propio camino. Por eso en este libro encontrarás únicamente mi experiencia, y además contado en forma de cuento, con poemas y anécdotas, con reflexiones profundas e imágenes evocadoras. No quiero convencerte de nada, solo contarte mi historia por si puede servirte de algo, o entretenerte y hacerte pasar un buen rato.

Por ejemplo para mí, la lactancia materna es la única opción, pero si quiero compartir con alguien mi opinión, y esperar que tú la consideres, no puedo hacerlo sentenciando ni juzgando ni forzando, sino contándote cómo lo veo yo desde el amor y el respeto.

He llegado a oír a mamás decir que el tema de la alimentación no tiene nada que ver con el amor. He visto como mujeres critican a otras por las decisiones que han tomado con respeto a la crianza de sus hijos. Veo a mi alrededor mucha crispación y mucho estrés de mamás que se ven superadas y que están exhaustas y cansadas y abatidas, y que a la vez aman a sus hijos por encima de todas las cosas y dan lo mejor que tienen. Y aún así las juzga la sociedad, las demás madres y ellas mismas.

Solo vengo a decirte que la mejor mamá del mundo para tu hijo eres tú misma cuando estás en plenitud.

Vengo a contarte que los niños se adaptan a todo, que no necesitan tantas cosas, que no tienes que preocuparte por ganar ninguna carrera. Que ellos ya nacen perfectos y que solo hay que dejarlos ser con naturalidad.

Vengo a contarte que tu cuerpo es sabio y que sigas tu intuición y solo escuches a tu corazón. Y eso parece obvio pero créeme. No lo veo frecuentemente a mi alrededor. Vengo a decirte que tu hijo no es tuyo, que no está aquí para cumplir tus expectativas, ni para hacerte feliz. Y eso querida amiga, no todo el mundo está dispuesto aceptarlo.

Otra manera de vivir es posible. Y otra manera de traer niños al mundo también.


No tengo respuestas. Solo mi experiencia y mi visión de las cosas. Estoy en el camino. Evolucionando y aprendiendo.
No giro alrededor de mi hijo. Mi hijo no es el centro de mi universo, sino un planeta con luz propia, que mientras crece, se forma y encuentra su propio centro, forma parte de mi galaxia.

La mejor mamá del mundo para Hermes soy yo cuando estoy en plenitud.

La mejor mamá del mundo, para tu hijo eres tú.

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CARTA PARA MI HIJO 

Querido Hermes:

Tengo que contarte algo. Algo que tú ya sabes porque eres sabio y eterno, aunque seas pequeño.

Tu padre y yo no te buscamos, no te planeamos, fuiste un milagro y una bella sorpresa.

Te engendramos en primavera  y viniste al mundo un 7 de  enero del año 2014, para traer a nuestras vidas toda tu luz, que es radiante y hermosa, como las luciérnagas azules de tus ojos, que son a la vez el cielo y el mar.

Tienes que saber que te amamos incondicionalmente, por encima de todas las cosas, y que te vamos a cuidar y a proteger mientras nos necesites.

Nunca te preocupes por nada. Solo ocúpate de descubrir el mundo y de hacerlo a tu ritmo. Compartiremos contigo cada descubrimiento.

Te transmitiremos todo lo que nosotros hemos aprendido, los talentos que hemos desarrollado, por si te sirven en tu propio camino, que es solo tuyo.

Eres único y perfecto. Bello por dentro y por fuera.

Fíate de tu instinto, nunca hagas nada que no sientas, nosotros siempre estaremos a tu lado.

Ríe cuanto puedas, como papi, usa tu imaginación, como mami. Muestra lo que ves a través de tus ojos. La imaginación es el mejor juguete.

Crea tu propia realidad, desde donde poder vivir tu vida en este mundo. Todo lo que te rodea está ahí por una razón. El sentido se lo das tú a las cosas y no al revés.

Descubre qué es lo que te gusta por ti mismo. Elige aquello en lo que quieres invertir tu amor y tu tiempo.

El mundo es mágico. Cree en los milagros y en los magos. En los elfos del aire, los gnomos de la tierra, las sirenas del agua y en los duendes que habitan el fuego. En las brujas buenas, cree en las hadas.

Yo los he visto a todos, te lo prometo. Existen y son reales. Elige verlos. Tienen muchas cosas que contarte.

Eres completamente libre y amado. Desarrolla tu creatividad. El mundo gira entre tus manos. Que la alegría siempre te acompañe. Se agradecido y humilde. Siempre hay algo bueno que aprender a cada paso. Da las gracias, dicúlpate, pide las cosas por favor, y conéctate con los demás. Son exactamente igual que tú. Formas parte del mundo y sus habitantes. Sus animales y sus plantas. Sus montañas y sus valles. Sus ríos y sus mares. Sus ciudades y sus cuevas subterráneas.

Así como del universo y sus planetas, sus estrellas y sus constelaciones. Todo lo que hay dentro de ti, existe fuera y al revés.

Te prometo hacer castillos de arena en nuestra playa. Hornear bizcochos de chocolate. Dar paseos eternos  buscando conchas, piedras y caracolas. Te prometo canciones y cuentos. Dibujar contigo y escalar toboganes. Desordenar y ordenar nuestro espacio, porque todo siempre será divertido.

Todo será un juego y después, una ceremonia en la que celebraremos juntos, el milagro de estar vivos.

También diré que no cuando sea por tu bien. Pondré límites por tu seguridad. Y te enseñaré a discernir, a escuchar tu corazón, que será el perfecto faro que te guiará en las noches más oscuras.

Todos nuestros tesoros son para ti. Nuestros libros, nuestras películas, instrumentos, utensilios artísticos, y todo lo demás que no es tangible en este mundo físico, pero es exactamente igual de real.

Tienes libertad para explorar el mundo, eso si;

¡Atento pequeño Samurai!

Aprende a cuidar de ti mismo. Nosotros no estamos aquí para hacer las cosas por ti. Estás en tu derecho de vivir la vida. Con todo lo que eso conlleva.

Procuraremos que nunca te falten pinceles y colores, plastilinas, témperas, acuarelas, instrumentos musicales, lienzos y cañas de pescar.

Ya tienes un perro y un gato, y te prometo una tortuga y peces, un loro y un conejo. Una huerta con tomates. gusanitos de seda. Una infancia de verdad. Sin clases extraescolares. Sin exigencias. Sin deberes. Sin estrés.

La naturaleza es bella e implacable. Aprende a respetarla y amarla. Los animales son nuestros maestros. Cuida las plantas y lo árboles. Contémplalos. En su silencio está la perfección de Dios. Igual que en ti.

Te prometo un cuento y una canción cada noche antes de irte al lugar de los sueños. Si tú quieres podrás volar al cielo. Cuando llegue el momento de irte, haremos juntos la maleta.

Nunca lleves mucho equipaje. Las cosas importantes no se compran con dinero. No seas materialista. Lo importante es lo que sentimos, y lo que hacemos con ello.

Que siempre hijo mío escuches tu voz interior.

Haz caso a tu corazón.

Puedes cuidar del universo cuidando de las cosas y de las personas que te rodean.

Viviendo en «Villa prefiero el Mar», aprenderás que la magia de tus padres consiste en hacer sencillo lo complicado. En hacer un arte de las pequeñas cosas. En crear armonía en este mundo, que es a la vez voraz y delicioso.

Estás aquí porque el universo así lo quiso.

Siéntete libre para ser siempre quien eres.

Cree firmemente en los milagros de cada día. Aprende a leer las señales que el universo pone para ti. Descubre los mensajes ocultos que te llevarán por el camino correcto.

Aprende a no pedir amor y simplemente ama con todo tu corazón. Ese es el sentido de la vida, de tu vida, no desperdicies ni un solo segundo en otra cosa.

Y por los siglos de los siglos , recuerda siempre que has venido a este mundo a escribir tu propia historia. Libre de memoria, sin miedos ni dudas, sin ataduras ni complejos. No existe la culpa, ni uno jamás se equivoca. Sálvate tú y así, podrás salvar el mundo.

Querido Hermes:

Cuando duermes yo te miro, y mirarte es contemplar el universo.

Carita de algodón. Dulce colibrí, mi bolita de arroz.

En tu manantial bebe un bello ruiseñor. Tu risa es la sal. Una gota de rocío en el borde de una nube.

El ombligo del mundo. La Paz del universo.

Yo seré para ti, la mejor mamá del mundo. Te Amo.

(Carta incluida en el libro «La Mejor mamá del mundo eres tú»)

Niños y emociones.

 


Estando en los columpios con Hermes una tarde, como a todos los niños, le encanta el tobogán, justo al lado de nosotros había una pareja joven, con un nene de la edad de Hermes.

Estaban muy preocupados. Por si se caía, por si se hacía daño, por si cogía frío, porque se tomara el zumo, porque no se fuera lejos…
Justo cuando yo estaba pensando en irme, ellos decidieron hacerlo volando.

Y en lo que dura un pestañeo, le bajaron a la fuerza del columpio, le quitaron la galleta que tenía en una mano, mientras el papá le montaba en el carro, la mamá le limpiaba la cara y las manos con una toallita, le encasquetaba un gorro, le ataban una bufanda…mientras, obviamente, el nene embarracado, lloraba, y gritaba, y pataleaba con todas sus fuerzas.

La mama le decía: Fulanito no llores, que ya eres muy mayor para llorar. No seas malo.No tienes motivos para llorar. Calla de una vez y deja de lloriquear. Los niños mayores no lloran, ya no eres un bebé………….

Si yo fuera Fulanito. Lloraría mucho más fuerte de lo que lo hacía el pobre niño. En mi opinión esos padres, con sus justificadas prisas y cansancio, estaban siendo muy desconsiderados con su hijo y siendo injustos, estoy segura, que sin darse cuenta.

Yo misma muchas veces tengo prisa. Esa es una de las cosas que aprendemos de mayores…por desgracia.

Si no respetamos a los niños desde pequeñitos, no esperemos ganarnos su respeto de mayores. No nos queda otra. Hay que ser considerados.

Cuando crecemos, aprendemos a gestionar las emociones. Entonces uno llora… Cuando hay que llorar. Yo soy muy emotiva, se me saltan las lágrimas a menudo. Es una manera de expresar muchas y variadas emociones. Así no se reprimen y en mi opinión, es muy saludable. Puedo llorar de tristeza, o de rabia, de cansancio, de alegría, o de emoción. Las lágrimas son un síntoma, y hay que atenderlas, porque detrás hay un sentimiento, y cuando somos pequeños, no podemos expresarlas con claridad.

Quienes os permitís el hecho de llorar, sabéis que después de una buena llantina, se queda uno en la gloria.
Un niño de dos años, que apenas está empezando hablar, no puede expresar con palabras lo que le ocurre. Además, tantas veces decidimos por ellos sin tener en cuenta sus deseos, que es normal que sientan impotencia y frustración.
Por eso les dan pataletas. Por eso lloran. No es que tengan mal carácter, ni que sean malos. Es que aunque sean pequeños, son individuos y muchas veces, se sienten incomprendidos, o no entienden porqué no pueden hacer lo que desean en cada momento.

Efectivamente ellos no saben lo que necesitan, lo que les conviene, y mucho menos saben, si papá y mamá han tenido un mal día, o si tienen prisa, o si están preocupados, o las cosas que todavía quedan por hacer al llegar a casa.

Ellos no saben que muchas veces estamos exhaustos, nerviosos o de mal humor. Los niños en su pureza, viven en un estado constante de descubrimiento, de alegría, explorando la vida.

Para ellos por suerte, no existe el tiempo, ni las preocupaciones, ni las consecuencias.

Sinceramente, ojalá no perdiéramos nunca esa ingenuidad.
Así que es importante no caer en el error de comportarnos como sargentos. Hemos de ser respetuosos con ellos en la medida de las posibilidades.

Y una vez más, requiere de nuestra CREATIVIDAD a la hora de resolver situaciones. A mí me gusta verlo como un juego. Al otro lado de la cancha, El Drama, en este lado yo…con el buen rollo y la alegría de cada día, que no quiero perder.

El otro día tenía a Hermes en la bañera. Como siempre él no quería salir, y yo como siempre, estaba loca por terminar el ritual de ese día y verlo ya acostado y dormido. Porque tenía mil cosas que hacer, y mil ganas de estar con mi amor un rato a solas, y de tumbarme en el sofá, y de pensar en mí un poquito, y de escribir, y de tender la ropa, y de darme una buena ducha…

Me sentí tentada de sacar la fusta y hacerlo todo a marchas forzadas para terminar antes. De hecho es como un impulso que sale de dentro y que se apodera de ti!!! Pero respiré hondo.
A ver Lena:

(Hablo muchísimo conmigo misma, y casi siempre además, lo hago en voz alta)
El nene está ahí, con su agüita calentita, sus juguetes, feliz y relajado… Venga, dale diez minutos más y mientras, tú tiendes la lavadora.

Tardé un poco en convencerme y controlarme, pero mereció la pena. Tuvo otro rato de bañera, y luego le animé a salir, dándole otro juguete que tengo reservado para momentos de urgencia. Con lo cual salió de la bañera por iniciativa propia, sin drama ni berrinche.

Mamá 1

Drama 0

Cenó y se fue a la cama tranquilo y feliz. Dándonos besos y jugando un rato a hacernos cosquillas. A veces esos diez minutos que nuestra impaciencia no consienten, son la diferencia.

No sabemos esperar al momento oportuno y forzamos las cosas. Realmente no hay necesidad.

        Keep breathing!!!!!!

Pero si aún así, a veces no puede ser, y a veces efectivamente no tenemos esos diez minutos, seamos considerados con nuestros pequeños. Porque sus emociones, como las nuestras, merecen todo el respeto.
Cuando un niño llora, es porque hay algo que le supera. No puede gestionarlo, ni expresarlo, y además le está provocando un malestar. Siempre hay que atender ese llanto, y no ignorarlo ni decirle que no llore. Porque es en este momento cuando se sientan las bases de su inteligencia emocional.
Un niño respetado, al que se le tiene en cuenta, al que se le explican las cosas con cariño aunque sea pequeño, y se le da de vez en cuando la posibilidad de decidir, será un niño con una buena autoestima, capaz de conciliar.

Un niño al que se le escucha cuando llora, al que se le pregunta qué le pasa y se le permite desahogarse, será un adulto que sabrá gestionar sus emociones, expresar sus sentimientos, y que tendrá más posibilidades de relacionarse y establecer relaciones satisfactorias.
Y no lo digo yo, lo dicen los estudiosos, los terapeutas, los médicos…y el sentido común.

No es cualquier cosa. Hablamos del equilibrio personal de nuestros hijos en un futuro. Yo no puedo evitar que le pasen cosas, pero puedo darle herramientas para que pueda hacer frente a las adversidades de la vida.

Es mi misión. Es mi obligación. Es amor.

A veces por nuestras prisas ignoramos los llantos, pensamos que porque son pequeños no nos entienden, y decidimos todo el tiempo por ellos, sin respetar sus deseos.

De vez en cuando hay que dejar que decidan. En cosas pequeñas al principio como, plátano o fresas? Igual que dejar que vayan haciendo las cosas por ellos mismos cuando van creciendo, comer, vestirse, aunque tarden más en hacerlo solos, y lo pongan todo perdido. Forma parte del aprendizaje de la vida. No queda otra. A limpiar se ha dicho.

Porque eso favorece una autoestima equilibrada, los hace resolutivos, y no se trata de eso? De prepararlos para la vida? Pues eso se logra si comenzamos desde pequeñitos.
De la misma manera, poner límites y reglas es igual de necesario. Pero aquí de nuevo es cuestión de sentido común. Muchas veces utilizamos más palabras de la cuenta en nuestro mundo mental.

-Fulanito no hagas eso, te he dicho que no, no me estás oyendo?

Es más sencillo si proyectamos la energía sobre lo que no está permitido y lo dejamos claro. Os cuento como nosotros lo hemos logrado. Una vez más estudiando cómo funciona la naturaleza.
Observando a unos cachorros con su mamá, yo he descubierto un modus operandi que con Hermes me funciona. Por ejemplo. Mamá canina no deja a sus perritos alejarse cuando son muy bebés de donde está la camada, para protegerlos de los peligros.

Para eso bloquea con su cuerpo el espacio por donde el cachorro quiere escapar y ante sus protestas  le ignora. Se mantiene firme y lo aparta con el morro. Continúa ignorando y bloqueando. Sin decir ni guau. Al final el cachorro comprende y desiste. Y curiosamente, no vuelve a querer escapar por ahí.

Cuando encendimos la chimenea en Villa prefiero el mar, teníamos miedo por Hermes. Estuvimos mirando un montón de accesorios diseñados por el hombre para evitar que los niños se acerquen al fuego y se quemen, pero eran caros, y feos!

Así que pusimos en práctica la estrategia de mamá canina. Cuando quería ir hacia el fuego, papá o yo bloqueábamos el paso, le ignorábamos y nos manteníamos firmes. Sin decir ni mu. Sin enfadarnos, pero sin ceder ni frustrarnos.

Qué pasó? Pues que después de exactamente tres intentonas, de estar atentos trabajando en equipo y hacerlo así, en nuestra casa está el fuego encendido y Hermes lo ignora, se mantiene apartado y respeta el espacio que le hemos marcado. Magia? No. Energía. Asertividad y firmeza. Sin gritos. Sin dramas. Sin miedo. Efectivo y práctico. Y os digo que funciona con todo. Con la hora de ir a dormir, con el momento de terminar un juego o de no dejarle tocar ciertas cosas, etc.

Se trata de dar amor, de respetar, de poner límites y reglas para educar. De empatizar con tu hijo y comprender. Y en el camino… Nosotros tambien aprendemos y mejoramos. Respiras. Te relajas y entiendes, que nada es demasiado importante, que el cansancio se sobrelleva y que un día sin dramas, es estabilidad y armonía para tu hijo y en consecuencia para todos en tu hogar.
No es esfuerzo. No es trabajo. Es amor. No les compremos tantas cosas que no necesitan y demos amor del bueno. Ayudemos a nuestros pequeños, como mamá canina, a entender este mundo. Para que puedan ser libres de ser quienes son y vivir su historia cuando crezcan.

No hay mejor legado. No hay mejor herencia. No hay amor más grande.