
Diario de la Hacedora de Nubes
VERANO en Villa Prefiero el Mar
No me canso de escuchar las olas ir y venir. De atisbar por cada ventana de esta casa azul, como sopla el viento, y como está el oleaje en la orilla a cada rato.
El mar es siempre el mismo y sin embargo…. Tiene tantos estados de ánimo, que parece un ser humano. Y cambia a da instante de color, de sonido, de intensidad, de carácter.
Hermes dice que el mar es un charco grande. Todavía no sabe hablar, pero tiene grandes ideas.
Me propongo a llevar a cabo varias cosas. Una es completar todas las secciones de este blog que es un espejo de mi misma, y con el que quiero dejar una estela de mi felicidad, por si a alguien pudiera servirle de consuelo, de esperanza o de inspiración.
No me mal interpreten por favor, desde la humildad y el amor de compartir lo que tengo lo hago.
Y yo solo tengo mis palabras, mis ideas y mi voz.
La Hacedora de nubes es esa parte de mí que no se cansa jamás. Que busca siempre la manera de seguir adelante. Voy a fabricar nubes como loca. Blancas y esponjosas. Símbolo de los sueños que vuelan sobre el cielo azul y que siempre cruzan los cielos en busca de su destino. Símbolo de lo etéreo, lo esponjoso y lo suave que hay en nosotros. Porque hemos de alzar la mirada para contemplarlas y siempre son distintas, y son perfectas, como nosotros.
Y de cada nube colgaré un objeto. Por supuesto poético y simbólico. Eso es lo que hacemos en Villa Prefiero el Mar. Vivimos un cuento y un poema por amor al arte.
Y voy a poner esas nubes a la venta. Las intercambiaré por monedas que necesitaré par fabricar más nubes, y las nubes irán acompañadas de canciones, de libros, de poesía y de buenos deseos.
La Hacedora de Nubes soy yo. Que ya he sido muchas cosas. Que ya he interpretado muchos papeles de mí misma, y he buscado reconocerme en cada uno, encontrando una parte de mi.
Cada día me siento un poco más completa. Con este nuevo papel que ahora desempeñaré, espero encontrar otro trozo de mí misma.
Cuando los tenga todos, podré abandonar la casa como hace el caracol con su concha, y disolverme en la arena de la playa, para que me sople el viento, para que me abrase el sol, para convertirme en agua.
Inauguramos el verano con cerezas, melón y sandia en la nevera. Fresas congeladas para hacer batidos. Huevos de corral e ingentes cantidades de tomate para morir bajo una ola de gazpacho.
La despensa repleta de leches vegetales, cous cous y arroces varios. Vamos a intentar leer cosas bonitas, nos gusta la revista Yorokobu y Fotogramas. Tenemos libros mágicos que descubrir y estamos enganchados a Netflix y a sus series de producción propia.
El mundo está raro. Rarísimo. Cada vez nos cuesta más salir de la burbuja. Así que nos esforzamos por CREAR NUESTRA PROPIA REALIDAD.
Hermes acapara toda mi atención. Qué mejor guardería que el universo de mamá. Tengo un cómplice, un compañero de juegos. Nadie me ha mirado en el mundo como lo hace el.
Así que cómo no.
Cada día afirmaré lo agradecida que me siento. Por todo lo que la vida me ofrece a cada paso.
Por eso soy la Hacedora de nubes. La Hacedora de Canciones. La Hacedora de sueños. Me gusta mi oficio. Diplomada en nimbos y estratos, en soles y bemoles. Experta en Clave de Mi Mayor, en silencios de redonda y en tresillos y calderones.
Sé que la vida consiste en esto. Soñar despierta. Crear una realidad. Vivir en tu propia dimensión. No puedo gritar esto a los cuatro vientos. Me darían por loca si saliera a la calle a decirle a la gente que solo fabricando belleza la belleza te envuelve.
Por eso ahora el corazón me dice que haga nubes. Para que llueva esperanza y amor sobre las tristezas del mundo. Para que la lluvia limpie nuestros ojos. A ver si empezamos a ver más claro. A mirar bien, con los ojos del alma.